6 de septiembre de 2014

Quetzacóatl

El náhuatl siempre le había parecido una lengua encantadora. Le recordaba a sus antepasados mexicas, aquellos que vivieron para fundar lo que sería la base de su país. Aquellos que creían, desde su conocimiento ancestral, que para apaciguar a los dioses, estos debían ser recompensados con sacrificios humanos.

Hoy en día muchos pensarían que ofrecer vidas humanas a cambio de calmar a seres intangibles era algo monstruoso e inhumano. Pero Yareni podía escuchar a Quetzacóatl, a diferencia de aquellos que vivían absorbidos por la tecnología. Cuantos más circuitos y electricidad incluían las personas en sus vidas, más sordos se volvían a los designios de los dioses.

A pesar de la sordera de los descendientes de aquellos seres humanos que tanto le habían venerado, la serpiente alada seguía reclamando, sin recibir respuesta. Le enfurecía en lo que se había convertido el mundo, y la única manera de solucionarlo era recibir la sangre de alguien que creyera firmemente en sus designios.

Por eso encontraron a Yareni muerta. Sin violencia, sin aparente dolor y sin apenas explicaciones. Solo una simple nota. “Quetzacóatl me necesitaba. A mí y a todos los hijos de los mexicas”. Aunque la sangre de la joven no era suficiente para contentarle y proteger a sus fieles.
Nota de autor: Este es el tercer texto del día. En este caso, las palabras me las ha dado LMK Edward desde Facebook. Sus palabras son náhuatl, mexicas, sacrificios, tecnología y monstruoso.

1 comentario:

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