28 de marzo de 2018

Capítulo 29 - Escribid, malditos, ¡escribid!

Esta no pretende ser una entrada disculpa por mi ausencia. Y la verdad, quienes conozcan mis circunstancias personales sabrán que tengo mis razones. Quizá debería regar algo más esta pobre flor, pero eso es un problema que debo resolver yo con mis demonios internos. No obstante, llevo unos días siendo testigo, en silencio, de cómo se está despreciando la obra de autores jóvenes y/o autopublicados. Por razones clasistas y que no vienen a cuento. Razones que quizá ya hayáis oído y que no merece la pena repetir.

Sin entrar en consideraciones de género y gustos personales, ya se ha hablado muchísimas veces de cómo la visión que tiene la mayor parte del público sobre los libros autopublicados es una visión distorsionada y bastante alejada de la realidad. La máxima de que si una editorial apoya un libro es porque tiene un "algo" y los que autopublican no tienen ese nivel de calidad queda cada día un poco más enterrada. Las editoriales buscan hacer negocio y si, por ejemplo, alguien famoso escribe un poemario, por absurdamente malo que sea, si creen que el nombre de esa persona hará que los libros se vendan solos, les dará igual la calidad literaria.

A raíz de lo que acabo de explicar, hay muchos autores, no solo noveles, que deciden autopublicar. Y, sin entrar en el posible abanico de razones que tengan para llegar a esa decisión, ¿acaso su obra es menos solo porque han decidido dejar de lado el modelo clásico? Evidentemente no. Aunque no me siento personalmente autorizada para hablar de autopublicación ya que no me veo publicando nada de lo que escriba a corto-medio plazo, he de decir que es un camino que elegiría. Porque, para sorpresa de muchos, hay personas que no buscamos dinero en la escritura. Yo entendí que, de seguir escribiendo, debía hacerlo por mi felicidad personal y, quizá, para aquellos que vean algo en mi pluma. Si algún día publico algo, tengo claro que no lo haré por el dinero. Lo haré solo por el placer de transmitir. Y sé que no estoy sola en esta visión. ¿Eso quiere decir automáticamente que todo cuanto escriba va a ser malo? Si por algún instante has pensado que sí, te recomiendo que empieces a bucear en el mundo de los autores autopublicados.

Y lo que es peor... Gente que dice que no se debería escribir. Me pregunto muy seriamente: ¿de dónde salen? Desde que la escritura existe, siempre se ha escrito. Desde simples noticias y memorias hasta extensísimas novelas. De hecho, cuando leí esa afirmación, me imaginé a alguien gritándole a Dante Aligheri: "Dante, pesao, deja de escribir sobre Beatriz y ve a encargarte de otros asuntos". Es tan absurdo que no puedo evitar sonreír, como mínimo. La escritura es arte. Y el arte es la forma que tenemos de canalizar nuestros sentimientos, sueños, demonios internos o lo que sea. Que sea de tu gusto o no ya es algo personal. Pero afirmar tajantemente que no debería hacerse es como tomar un ave y cortarle las alas.

Así que para esos repartecarneses que se creen con autoridad para juzgar un libro por detalles tan triviales como estos, tengo saludos para vosotros. Un libro no es la editorial que lo publica, o el nombre, la edad o incluso el género de quien lo escribe. Un libro es algo mucho más profundo que esos detalles superficiales. Quienes tengáis buen bagaje literario no necesitaréis que os cuente más.

En cuanto a esos autores que os hayáis podido sentir atacados, ofendidos o simplemente aludidos con esas palabras, tengo un deseo (o quizá una orden) para vosotros: escribid, malditos, ¡escribid! No importa lo que sea. Puede ser un poema. Un relato. Ese sueño húmedo que acabas de tener y quieres recordar para siempre. Pero escribid. Os lo ruego. Aunque nadie vaya a leer nunca la tinta que estáis derramando. Por favor, hacedlo. Vuestra voz puede parecer pequeña e imperfecta, pero creedme, vuestra alma notará esa ausencia. El mundo lo notará. Aunque insistas en ocultarlo.

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