31 de octubre de 2013

Capítulo 3 - #TangothForNaNoWriMo


Definitivamente, se me ha ido la cabeza.

La vida, que da muchas vueltas. Tantas vueltas que te mareas. Un dolor de tripa bastante fuerte, en mi caso. La cuestión es que desde ayer me siento enferma. Tanto que, sentada en el sofá, sentía como la consciencia quería abandonarme. O eso o que la sangre no me llegaba bien al cerebro. Algo de eso, fijo.

La cuestión es que, de purísima casualidad, me encontré con este link en mi TL de Twitter. Y lo abrí. Después de leerlo, recordé a mi buen amigo Hadita. También recordé que estoy bloqueada. Muy bloqueada. Y, en ese momento, como quien no quiere la cosa... ¡CHAS!

En resumidas cuentas: he aceptado el reto suicida de escribir una novela de 50.000 palabras en noviembre, del día 1 al 30. Solo noviembre, ojo. Podría haber seguido con Crónicas, como me ha dicho Hadita, pero no tendría el mismo mérito teniendo en cuenta que ya llevo alrededor de 40.000 palabras de trabajo. Y justamente un personaje de Crónicas es la causante de mi bloqueo.

Así que, desafiando como una valiente mi bloqueo, he decidido empezar algo nuevo. Ya tengo un título y una idea que seguir. No será la gran cosa (cantidad sobre calidad (?)), pero si me estiro un poco me veo capaz de llegar a la meta de 50.000 palabras sin demasiadas penas. Eso sí, a saber si podré empezar mañana, teniendo en cuenta que las niñas estarán todo el día aquí, de fiesta. Y el finde, igual. Que tendré que ponerme las pilas durante el poco tiempo que disponga. Pero puedo, ¡vaya si puedo!

Ah, para los que os lo preguntéis... No, personitas, no, no voy a dejar colgadas las Crónicas del Sol Oscuro. Básicamente porque NO. Y aunque Selina sea muy puta, sé que en algún momento saldré del atolladero que me ha causado esta señorita. Y entonces podré acabar El despertar. Espero que pronto, pero no durante el NaNoWriMo...

8 de octubre de 2013

Capítulo 2 - Lápices


Una de mis muchas manías al escribir es hacerlo con lápiz. ¿Por qué? Me gustan los trazos finos y oscuros. No sería la primera vez que me dicen. "¿Pero por qué no usas portaminas? Son lo mejor para lo que te gusta". Sí, pero para mí el portaminas tiene dos inconvenientes:
  1. Aprieto demasiado al escribir. Por lo tanto, en nada y menos rompo la mina.
  2. El gasto adicional que supone ir comprando minas cada X tiempo. Esto se ve agravado por el hecho de romper con frecuencia las minas.
Por eso el lápiz gana de cabeza al portaminas. Es resistente, cómodo, solo pagas el precio del lápiz en lugar de pagar el portaminas más las minas y además... ¿Habéis olido alguna vez un lápiz nuevo? ¿No? Pues aunque sea algo complicado de describir, es un aroma entre a madera tratada y material nuevo que se me hace muy agradable. Siempre me pasa que cuando estreno lápiz me paso más tiempo oliendo que escribiendo.

La cuestión es que he comprobado que, en mi afán por obtener trazos finos, afilaba más de lo debido mi lápiz, un Staedtler 2-HB. También conocidos como los del culo rojo. Un lápiz normal y corriente, vaya... la cuestión es que un lápiz no es infinito, si no que se va gastando a medida que escribes y afilas. Y claro, afilar en demasía al final acaba suponiendo un gasto tonto. Y, por eso, ayer, aprovechando mi paseo de la tarde para desconectar, me puse a investigar.

Lo más barato hubiera sido comprar los típicos lápices de bazar chino que vienen en blisters de tropecientos mil y que cuestan bastante asequibles. Pero la experiencia me dice que esto también es un gasto muy tonto. Básicamente porque la calidad de las minas es inferior y se te puede romper simplemente por caerse al suelo. Y claro, que se rompa la mina de un lápiz es un problema. Pero dado que los lápices Staedtler son fáciles de encontrar y tienen una gran relación calidad/precio, me puse a buscar estos.

Encontré un lugar donde vendían bastante tipos de lápices de esta marca. Y yo, ni corta ni perezosa, me puse a probarlos, con permiso de la mujer de la tienda. Y, al final, me decanté por un culo naranja. O lo que es lo mismo: un 0-2B. Y contenta como una niña con zapatos nuevos, me fui a casa.

Después de cenar, me puse a escribir. Y, poco a poco, mientras avanzaba, me di cuenta de que el trazo era oscuro como la noche, cosa que me gustaba. E problema es que el trazo era más bien grueso. Aparte, a consecuencia de eso, me fue necesario afilar dos veces. Una para empezar y otra para continuar. Y eso habiendo escrito, a lo sumo, una cara de cuartilla.

Para los iletrados en este asunto: había comprado un lápiz blando.

O lo que es lo mismo: un lápiz que apenas ofrece resistencia a la escritura. Muy fácil de borrar. Pero mancha más y la mina se desgasta con más facilidad. Además, no deteriora el papel. Justo todo lo contrario a lo que yo andaba buscando. Y ahí fue cuando me puse a informarme.

Pasa y resulta que la marca Staedtler, aparte de usar las letras para designar la dureza de sus lápices, también usan un número para ello. Esta escala va del cero al cuatro, siendo el cero el lápiz de culo naranja (extrablando), el dos el del culo rojo (intermedio) y el cuatro el de culo verde (extraduro). Y mi equivocación vino a raíz de probar los lápices. El naranja y el negro fueron los más cómodos para escribir. Casualmente los dos modelos blandos que se pueden encontrar con facilidad.

Después de leer un buen rato, llegué a la conclusión de que, la próxima vez que necesite un lápiz nuevo, probaré a escribir con un culo verde. Aunque mi trazo será muy fino, apenas tendrá oscuridad. También me costará algo borrar si me equivoco y hasta podría dañar el papel al escribir. Pero no puedo tener un trazo fino y oscuro. No al menos con lápices estándar. Y mi economía no está como para andar comprando lápices técnicos para dibujo cuando no los voy a usar ni por asomo para eso.

Al menos ayer me fui a dormir sabiendo un par de cosas más. Como la razón por la que siempre en el cole nos piden lápices 2-HB o el porqué de las quejas de los que estudian Bellas Artes sobre el dinero que deben gastarse en sus materiales. Sean lápices o no.

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