23 de abril de 2015

17 de abril de 2015

Capítulo 23 - El diseño también importa

Sé que por el título de esta entrada quizá os sintáis un poco perdidos y hasta os preguntéis si, efectivamente, la persona que está escribiendo estas líneas es quien se hace llamar Tangoth. A simple vista, esto no tiene nada que ver con escribir, pero a medida que vayáis leyendo comprenderéis mi propósito.

Ayer estaba un poco aburrida y falta de ideas, así que me puse a curiosear blogs ajenos de personas que también escriben, a ver si así se me encendía la bombilla y escribía algo nuevo. Lo que fuera.

Parece que funcionó, pues estoy escribiendo esto. Lo malo es que esta entrada nace de fijarme en pecados ajenos. Soy consciente de que yo no soy la mejor diseñando cosas. De hecho, normalmente soy demasiado sobria o me voy al otro extremo y lo sobrecargo. Pero al menos tengo claras unas pequeñas pautas sobre el diseño de mi blog respecto a mi propósito final.
  • Escribo. Por lo tanto, mi propósito final es que los visitantes se queden a leer. Por eso, huyo de adornos visuales demasiado llamativos y de fondos que puedan suponer un obstáculo o una distracción a la lectura. Está bien querer tener un blog bonito, pero hay que saber encontrar el punto entre belleza y utilidad.
  • Creo mi marca a través de mi forma de hacer las cosas. ¿O acaso os creíais que la presencia de Skitty en este blog era gratuita? ¡JA! De hecho, para este blog he tomado a esa gatita y el color rojo como mis señas de identidad. Y no pienso cambiarlas. Puedo hacer variaciones, como cambiar el fondo o modificar el tono de rojo por posibles molestias en la lectura. Pero el resto permanecerá inmutable, pues crear nuevamente una marca desde cero es algo que no considero una buena idea. Sobre todo sabiendo que ciertas personas ya me asocian de forma automática al citado pokémon. Sería un desperdicio.
  • ¿Música? No, gracias. Hay muchos blogs en los que, al entrar, una canción nos recibe en autoplay. Algunas veces es meramente ambiental. Pero en la inmensa mayoría de ocasiones el efecto que tiene este recurso es que busquemos el botón de Stop. Eso en el mejor de los casos, pues casi siempre se opta por abandonar el blog. Por eso es mejor evitar poner música. Primero porque tu gusto musical puede no coincidir con el de tus lectores; y segundo porque así, si ellos quieren escuchar alguna canción mientras leen, pueden elegirla con total libertad. Y lo más importante: evitas sustos innecesarios que ahuyentarán para siempre a muchos lectores potenciales.
  • Y, sobre todo, cuido lo que escribo. Me ha pasado en alguna que otra ocasión que he dejado de seguir un blog por el simple hecho de que el contenido no estaba lo suficientemente cuidado. No me refiero solo a faltas de ortografía, sino a fallos de todo tipo. En mi opinión, es mejor escribir con poca frecuencia, pero haciéndolo de forma cuidada, que publicar mucho contenido pero que siempre tenga fallos de redacción, estructura o diseño.
Y así es como hago yo las cosas. Entiendo que no todos estaremos de acuerdo en las mismas cosas, pero esta checklist suele dar buenos resultados. Obviamente, no sirve en todos los blogs, pues lo he orientado a blogs literarios y de escritores. Pero al menos es un buen punto de partida para aquellos que quieran iniciar esta aventura o corregir posibles errores.

8 de abril de 2015

De miembras y lideresas

Normalmente no me suelo meter de manera muy profunda en asuntos lingüísticos porque a veces me siento como si no tuviera la capacidad suficiente para filosofar sobre el asunto. Aunque yo sepa que no tengo razón para pensar así. Hoy es una de las ocasiones en las que me atrevo a mojarme. A empaparme, más bien.

La lengua es un ser vivo. Es una afirmación. Un mantra. Una realidad. No porque yo lo diga desde mi posición de proyecto de escritora y ya. No voy a recurrir al típico ejemplo de El Quijote y el español de hoy, porque se me ocurre una comparación mucho más cercana: ¿tus padres y tú habláis de la misma forma? ¿Usáis las mismas palabras? ¿Las mismas expresiones? No, ¿verdad?

Y es que, por mucho que a algunos les incordie, la lengua se adapta al mundo. Porque hace unas décadas lo más normal era decir que ibas a un guateque, cuando ahora lo normal es usar el anglicismo party hard para ello. Hay muchos más ejemplos como este, pero no vengo a detenerme con eso.

¿Alguien recuerda el escándalo que surgió porque una ministra usó "las miembras"? Se la tachó de ignorante e inculta por el simple hecho de usar una palabra que, en el modelo normativo, carece de una forma femenina terminada en -a. Incluso miembros de la RAE desacreditaron la utilización de esta palabra.

Eso sí, en los últimos tiempos está floreciendo en la prensa la palabra lideresa, referida especialmente a una persona concreta. Seré sincera: la primera vez que la vi me quedé en shock. No por nada, sino porque nunca me habían dicho que líder tenía una forma femenina variable, como lo es lideresa.

¿Pero por qué nadie ha dicho nada del segundo caso?

Después de bucear un poco por internet, al parecer, la forma lideresa es de uso común en América Latina, aunque su uso en España está empezando a ser cada vez un poco más frecuente. O eso al menos es lo que indica el Diccionario Panhispánico de Dudas.

Vale, ¿y? Aeromoza resulta que es un sinónimo de azafata y bien que hubo quejas en su momento porque incluyeron la primera palabra en el DRAE.

A donde pretendo llegar: ¿por qué hay ciertos usos que están mal vistos mientras que otros son mirados con desprecio, aunque existieran fuera de un ámbito geográfico concreto? Fácil, porque la novedad choca con el modelo que se nos ha enseñado. Lo vemos feo, como si fuera un exabrupto y una patada al libro de marras. Yo pensaba así cuando vi "lideresa" por primera vez.

Resulta que no todo lo que no está recogido de forma oficial es incorrecto. Vale que hay un universo de haigan, pusistes, hubieron llovido y demás errores que sí que son imperdonables. Pero la lengua cambia. Se adapta a las personas que la hablan. Necesitamos designar nuestra realidad. Y hacer que la lengua nunca progrese es una forma de sabotear nuestro propio avance.

Así que, la próxima vez que leáis algo y veáis una palabra extraña. si la buscáis en el diccionario y veis que no está, no penséis que quien ha escrito esa lectura era un ignorante. Quizá necesitaba ese neologismo, juego de palabras o lo que fuera. O, simplemente, quería romper con lo establecido. O llamar tu atención de forma premeditada. Como el terminar una frase de una forma que no mariposa.

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