6 de septiembre de 2014

El payaso y la cornucopia

Era la noche de Reyes. Juanjo intentaba dormir, pero estaba tan nervioso que era imposible. ¿Qué regalos le llevarían los reyes ese año? Se sentía inquieto, pues él quería una bicicleta para poder ir al colegio sintiendo la refrescante brisa mañanera del pueblo costero en el que vivía.

El niño cayó dormido, quedando atrapado en un sueño lúcido. Era muy extraño, pero aún así intentó olvidar sus nervios, hasta que vio a un payaso muy colorido y extravagante que le había asustado.

—¡Hola, niñito! Veo que has sido un buen crío. ¡Y mira qué notas! Creo que eres el único que va a poder buscar en mi cornucopia este año…

Juanjo puso cara de sorpresa. ¿De dónde había salido aquel payaso y por qué le ofrecía tan agradablemente hurgar en algo suyo? No lo entendía, pero siguió escuchando lo que tenía que decirle, mientras miraba el cuerno que le esperaba a lo lejos.

Sé que tu deseo es tener una flamante bicicleta, pero tus padres son tan pobres que seguro que no han podido conseguir ninguna. Yo te daré la que ves en mi cornucopia a cambio de una cosa. Quiero que encuentres un corazón de plastilina. ¿Aceptas el reto?

El chico aceptó el reto, sin haberse dado cuenta de que en su mano derecha ya tenía lo que el payaso le pedía. Sin saber que, en cuanto despertara, tendría su regalo al lado de la cama.
Nota de autor: Tranquilos, aún queda para rato. Las palabras que he tenido que usar en este relato son cornucopia, deseo, imposible, lejos y plastilina. Me las ha dado Carlos Merino desde Facebook.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por tu comentario! No te preocupes si tarda un poco en aparecer, pues la moderación está activada ;)

Safe Creative

Safe Creative #1407230131143