11 de marzo de 2014

Espada


Ahora que te veo yaciendo en el suelo, tan frío y ensangrentado, no puedo evitar pensar en todo lo que acabo de hacer. La lógica humana dice que debería estar arrepentida. Tanto, que ahora debería estar de rodillas, llorando por lo que te he hecho.

Yo fui la espada que, sin haber acariciado antes tu piel, la he malherido hasta destrozarla. Yo fui la espada que, sin haber escuchado antes tu voz, te hice gritar hasta obligarte a callar. Yo fui la espada que, sin haber poseído antes tus labios, los hice rezar por unas plegarias que jamás fueron escuchadas.

Y ahí sigues, en el suelo. Tan perfecto en tu imperfección que, aunque siento todo este sufrimiento, no puedo hacer otra cosa salvo desearte.

Al fin y al cabo, yo soy la espada a la que tanto amabas en vida.
Nota de autor: este breve relato es de hace más o menos un año (lo escribí en abril de 2013). Lo tenía guardado porque pensaba usarlo para un escrito más serio, pero a medida que he ido planificando he visto que esto podía ir aparte, ya que se salía de la idea del escrito en el que iba a ser incluido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por tu comentario! No te preocupes si tarda un poco en aparecer, pues la moderación está activada ;)

Safe Creative

Safe Creative #1407230131143