22 de julio de 2014

Querido Fulano

No soy de escribir cartas públicas en mi blog. Básicamente porque prefiero reflejar mis sentimientos en mis escritos o, como suele ser más sensato, guardármelos para mí. Pero si hoy estoy escribiendo esto es porque ya he llegado a mi límite con este asunto. Y quienes saben de lo que hablo o están involucrados de una forma u otra saben que he aguantado meses tratando de no estallar de mala manera.

Imaginad que pasáis un tiempo con una persona. Que la relación no sale bien porque hay gente metiéndose de por medio. Y como por ambos lados la cosa no acabó bien, pues lluvia de mierda por ambos lados. ¿Dónde empieza el problema? Que yo sí me arrepentí de lo que hice, porque sé que lo hice porque tenía el corazón roto. Ni más ni menos.

Cuando comprendí que todo lo que dije estuvo realmente mal le pedí disculpas y me olvidé del asunto, pues no merece la pena darle vueltas a algo que ya no tiene importancia. ¿Qué pasa? Que la actitud de esta persona es, cuanto menos, despreciable.

No lo digo por sus insultos hacia mi físico, mi forma de ser o de pensar o sobre mi no-religión. Sinceramente, que le ría las gracias a sus amigotes y además haga nuevas demuestra una actitud bastante deplorable. El problema que más me toca la moral no es ese, os lo aseguro.

Lo que realmente me fastidia son los continuos menosprecios que ha ido haciendo de mi forma de escribir. Comprendo que yo no soy la nueva Anne Rice. ¡Ni ganas que tengo de serlo! Yo soy yo y escribo como sé. O como puedo. La cuestión es que, aunque en muchas ocasiones no lo parezca, me esfuerzo para tener cada día un poquito más cerca mi sueño, que es el de dedicarme a la escritura. Aunque sea compaginándolo con otro oficio. Pero con que mis escritos gusten a alguien me es más que suficiente.

Te voy a dar un consejo. No por chulería, sino porque considero que lo necesitas. Comprendo que por tus circunstancias personales no puedes dedicarle todo el tiempo del que yo dispongo para escribir. ¿Pero sabes? En lugar de pasar tus días diciendo majaderías sobre mi persona o lo horribles que te parecen mis escritos, ¿sabes qué podrías hacer? Podrías encerrarte un ratito en ti mismo y escribir. Lo que sea. Pero escribe. Te aseguro que haciendo esto te olvidarás mucho antes de mi existencia y además estarás mucho más satisfecho a nivel personal.

Te lo diría directamente, pero si tengo que recurrir a este método es porque ni yendo a ti directamente y tratando de dialogar contigo consigo nada, salvo más faltas de respeto. Y más cobardes que las anteriores, si cabe. Y da gracias que no hago caso a los consejos que me dan personas que se preocupan por mí, porque si lo hiciera sé de unos cuantos que algún día se levantarían con una demanda judicial por injurias. Lo último que quiero es un pleito judicial, te lo aseguro.

Lo tuyo tiene dos nombres: RENCOR y ENVIDIA. No te voy a decir que dejes de sentirlos, pues esos sentimientos son una cuestión tuya, no mía. Pero si sigues guardándolos en tu interior, solo va a haber un perjudicado. Y no voy a ser yo. Piensa en estas palabras y hazte un favor a ti mismo. Yo ya me lo hice superando todo aquello, aunque me haya vuelto todavía más huraña y reservada.

Si no eres la persona a la que va este escrito pero consideras que estás en esta situación, siéntete libre de tomar mis consejos y dejar estos sentimientos negativos atrás. No lo hagas por los demás. Hazlo por ti mismo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por tu comentario! No te preocupes si tarda un poco en aparecer, pues la moderación está activada ;)

Safe Creative

Safe Creative #1407230131143