4 de julio de 2016

Confesiones de una libreta

Nota de autora: en caso de que no sepáis a qué libreta me refiero, quizá deberíais leer esto. Y sí, sé que este texto es viejo, pero me hacía ilusión recuperarlo.
Mi historia empieza como la de cualquier otra libreta. Ya sabéis, talar un árbol, extraer la celulosa, fabricar el papel… Lo típico.

Después de todo eso me vi convertida en una libreta Guerrero. De tamaño cuartilla. Con 60 páginas cuya única marca eran las pautas de una línea de fábrica. Número de referencia 71331. Por si os interesa haceros con alguna prima mía.

En uno de esos azares del destino, antes de conocer a la que sería mi Ama, acabé en una pequeña isla del Atlántico. Más concretamente en un pequeño bazar que, casualmente, tenía cerca un instituto, un colegio de monjas y una biblioteca. Parecía ser el sitio idóneo para que alguien normal y corriente me comprara y me inundara con sus aburridos deberes. Lo que suele esperarse de una libreta normal y corriente.

Pero apareció ella.

Al principio pensé que era la típica chica de instituto que lleva aires alternativos. Aunque algo más echada a perder, la verdad. Hasta que me compró y empecé a conocerla. Su pelo lila me había tomado totalmente desprevenida, ya que me esperaba algo más típico de adolescentes: un diario íntimo. Pero en lugar de eso me dejó un tiempo en blanco, decidiendo con qué llenaría mis páginas. Porque, descartados los debes, los apuntes y hasta el diario, ¿qué quedaba?

Relatos.

Pero no relatos cualesquiera… ¡Relatos eróticos! Eh, que a mí me daría igual de no ser porque, para colmo, son escritos… ¿Cómo describirlos…? Enfermizos. ¡Eso es! Enfermizos.

Y desde ese día de finales de abril, mi Ama, que aun sabiendo en su locura, me maltrata escribiendo en mis hojas cosas que asquearían a cualquiera. Sangre y golpes, golpes y desnudos, desnudos y sangre… ¿Verdad que es asqueroso? Pues imagina que escriban algo así en tu piel. Te lo borrarías lo antes posible. Lo sabes. Lo sé.

Lo peor vino a mediados de junio. Me vine a enterar de casualidad que sería una especie de regalo para alguien muy estimado por mi Ama. Al menos en sentido romántico. Y ahí ya supe que mi vida será extremadamente miserable. Mi Ama inundará hasta la última de mis páginas con sus desvaríos emocionales. Y después de eso, para mayor humillación, seré entregada a un completo y absoluto desconocido que leerá y releerá mis páginas con lascivia una y otra vez hasta que, algún día, se aburra de las palabras de mi Ama (o mi Ama en sí) y acabe abandonada en algún lugar oscuro y polvoriento de su casa. O peor: en la basura. No, por favor, ¿acaso hice algo mal siendo un árbol? ¿Acaso era un sauce boxeador y noqueé a alguien?

Espero que mi futuro Amo al menos tenga la consideración de tratarme con el mimo con el que me trata mi actual Ama. Aunque es cierto que escribe cosas horribles y que además aprieta el lápiz al deslizar su punta sobre mis hojas, nunca me las ha arrancado. Ni me las ha roto. Tampoco ha tolerado que me ensucie o me llene de faltas de ortografía. Y a veces hasta perfuma delicadamente mis tapas. Sinceramente, me conformo con que no me hagas daño. ¿Te parece bien, futuro Amo?

Ay… Con lo fácil que hubiera sido ser una simple libreta de deberes…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por tu comentario! No te preocupes si tarda un poco en aparecer, pues la moderación está activada ;)

Safe Creative

Safe Creative #1407230131143